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¡Lo que toca! – LABOR: Liliana Andrade y Bernardo Ortiz | Artecámara

Sección Artecámara. Semana ARTBO.

 

Del 25 de septiembre al 9 de octubre de 2021

 

 

“¿Con quién me tocó vivir?

¿Dónde me tocó vivir?

¿Cuándo me tocó vivir?”

Esta constelación de preguntas de alguna manera resume el procedimiento curatorial que define esta edición de Artecámara. Hemos diseñado un procedimiento para mostrar, en su heterogeneidad, lo que un grupo de artistas hizo, pensó, percibió en estos dos años. En otro momento plantear algo así bordearía en la banalidad. Pero hay dos condiciones que nos convencieron que era necesario (¡es lo que toca!). La primera es la forma como funciona Artecámara, por convocatoria abierta. Esto implica que el ejercicio curatorial se debe circunscribir a un conjunto determinado de propuestas que se reúnen sin una mirada previa. La segunda, que es la más importante, es que estas propuestas llegan en un momento del que resulta imposible dar cuenta. El nudo de la cuestión es justamente esa imposibilidad.

La pandemia y el paro nacional se presentan inicialmente como eventos. Aparecen en las pantallas que intentan normalizarlos como una noticia más, distante, que no nos toca. Pero a medida que pasan los días el evento se convierte en una especie de “duración”. El tiempo que se nos devuelve, crudo, y nos cae encima como una especie de reflujo existencial cargado de muerte, violencia y miedo.

¿Cómo podemos hacer una exposición que intente, de alguna manera, mostrar, las ideas, las preocupaciones, las impresiones sensibles de este momento? Esta exposición es contemporánea al virus y al paro, pero no es sobre el virus y el paro. De hecho, creemos que este momento nos devuelve a una forma más básica de entender lo contemporáneo. No como un periodo histórico, que viene después de lo moderno. O, incluso peor, como un estilo (“estos muebles son de estilo contemporáneo”). Más bien como una confrontación fundamental con el tiempo. Lo contemporáneo es lo que todavía no entendemos, lo que cae en suerte, lo que toca.

El proceso de selección lo centramos primero en mirar las relaciones entre las propuestas recibidas. Esto arrojó una serie de constelaciones de trabajos que compartían preocupaciones similares enfrentadas desde perspectivas muy diferentes. La palabra constelación es una metáfora muy útil: “Un conjunto de estrellas agrupadas en una región celeste que forman, aparentemente, una figura determinada. (p. ej. una estrella fugaz apareció en la cola de la constelación de Escorpión.)” La clave está en la provisionalidad de la figura que se forma. La constelación provee sentidos transitorios, es una estructura de relaciones siempre susceptibles al cambio y a la re-configuración.

Con los artistas seleccionados hicimos un laboratorio para afinar conjuntamente las constelaciones y las relaciones que propician. Este diálogo con los artistas alteró nuestro primer mapa. En ese sentido el mapa final es una construcción colectiva que resulta de las conversaciones sostenidas entre curadores y artistas. Las constelaciones las nombramos así: a) Paro Nacional; b) Consumo; d) Fragilidad / Encierro; e) Percepciones Autobiográficas; f) Fantasía; c) Arqueología Ficticias. Esas constelaciones las dibujamos en un diagrama que tradujimos al espacio físico de la Galería Santa Fé. En ese sentido la arquitectura de la exposición es al mismo tiempo mapa y soporte.

Creemos que este procedimiento potencia el pensamiento detrás de las obras, y propicia un diálogo heterogéneo, que esperamos toque a quien mire. Es lo que toca.