ÍCARO ZORBAR: EXTRAÑANDO AL FANTASMA

Bajo la curaduría conjunta de Julia Draganovic (curadora y directora de Museo Kunsthalle) y del curador jefe del Museo de Arte Moderno de Bogotá (MAMBO), Eugenio Viola, se inauguró el pasado 13 de junio la muestra individual del artista colombiano Ícaro Zorbar (Bogotá, 1977), bajo el título Extrañando al fantasma. Una exhibición que, por sus dimensiones, se toma las tres plantas del MAMBO, a través de una serie de obras instalativas, de video proyecciones, de luz, audios y ensamblajes vinculadas unas a otras como una “gran nave nodriza” (según el periodista colombiano Fernando Gómez Echeverri), mediante la reutilización de artefactos eléctricos anacrónicos y materiales humildes.

Su poética, por demás experimental, se estructura partiendo de la “decadencia como fase inevitable de la vida y como parte del desarrollo circular de la naturaleza”, tal como lo afirma el propio Viola. Algunas de sus obras son verdaderos Frankensteins tecnológicos a los que Zorbar da vida en una operación de resemantización poética multimedial de largo alcance.

En términos generales, su muestra (por cierto, la más extensa que se le ha organizado hasta la fecha) plantea varios contrapuntos y tensiones dados por sus fluctuaciones constantes a nivel de escalas, indicando las múltiples posibilidades de continuidad operativa que estos artilugios pueden encarar más allá de la obsolescencia programada a los que están sujetos en la industria electrónica de la actualidad.

El trabajo de Zorbar es apocalíptico pero a la vez esperanzador en el sentido de que a través de sus piezas se confronta la fugacidad consumista de los tiempos presentes. “No se trata de buscar un uso correcto o incorrecto de las cosas”, dice el artista. “Mi proceso responde más a una iniciativa desde el juego y la curiosidad”.

El diálogo que Zorbar alienta con el espacio es mediado por el efecto lúdico que desarrolla mediante una potenciación ingeniosa de sus artilugios a escalas inusitadas que, aunque pareciera heterogénea, se presenta como un gran mecanismo, una máquina desgarradora que nos muestra el más allá de lo que a simple vista podemos ver. Zorbar, un artista contemporáneo que estudió antropología y cine, funge además como un creador forjado a medio camino entre la era analógica y la digital, planteando forzosamente la actualización y sostenimiento de una poética tecnológica anclada en los video-cassettes, tocadiscos, monitores de TV de rayos catódicos y altoparlantes antiguos, asegurando que su funcionamiento se dé de forma que trastoque la manera que cotidianamente éstos aparecían. Se trata de explotar al máximo el potencial polisémico de estos aparatos y establecer una atmósfera abarcadora a través de su aparición progresiva.