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Piloto 2. Departamento Temporal de los Objetos, en la Galería Santa Fe | reemplaz0.org

Fecha

  • From: 14 febrero, 2021
  • To: 14 febrero, 2021
  • Starting at: 12:00 AM
  • Finishing at: 12:00 AM

Dirección

  • https://reemplaz0.org/piloto-2-departamento-temporal-de-los-objetos-en-la-galeria-santa-fe/

Por Guillermo Vanegas.

De izq. a der. (en dirección de las manecillas del reloj): Edwin Sánchez, Inserción en circuito ideológico (2010). Fotografía; Fredy Clavijo, De lo árido (bidones) (2018). Bidones en PVC; Curtiembres populares, Cuero de vaca (2003); Mesa de cacho (2016). Cacho, hierro y bronce; Porcelana (1980). Cerámica con matices brillantes y dorados; Portarretrato (2020). Objetos ubicados en el capítulo III. Pesadilla nacional, exposición Departamento Temporal de los Objetos.

 

Si la reseña anterior terminaba abriendo la puerta de las implicaciones políticas de un objeto cargado de memoria, ésta tomará por el camino más culebrero del examen socio-antropológico de su valor. Es decir, cómo definimos, transmitimos y amamos nuestros objetos. De hecho, esta última categoría será la unidad de medida del presente artículo. El amor. Porque hay que tener en cuenta que nuestra sociedad mata —mucho— en nombre del amor; decir «amor» aquí equivale a un ejercicio de propiedad —sobre cosas y gentes—; y, sí, muchas veces nuestros intercambios se reducen a «cuánto tenés, cuánto valés».

Entonces, imaginemos que vemos objetos a los que no podamos acceder porque suceden situaciones como que

1.- Están a resguardo en algún contenedor —comercial o institucional—;

2.- Son de alguien más —que no deja de recordarnos que esa cosa le pertenece—;

3.- Se usan poco y cada vez hacen más estorbo —pero no son desechados—;

4.- Alguna vez los quisimos tener —y siempre fuimos lo suficientemente pobres para seguir deseándolos—;

Ahora, añadamos que respecto a ese tipo de objetos realizamos ejercicios de producción de significado que pueden ir de lo temblorosamente místico a lo decididamente psicótico. Es decir, sobre ellos construimos afirmaciones como

1.- «Si lo han guardado así es porque debe tener un valor infinito»;

2.- «Si esa persona hace tanta alharaca porque se encontró esa cosa en las pertenencias de su familiar, seguro se trata de algo importante para alguien “muy” “importante”»;

3.- «Si eso lleva tanto tiempo ahí, sus razones tendrán les actuales dueñes»;

4.- «Si llegara a tener ese objeto sería un ciudadano del mundo absolutamente completo».

Es decir, pasan a ser los intérpretes de nuestra identidad. O peor, empezamos a tramitar a través suyo asuntos como nuestra realización subjetiva. En su análisis sobre la definición y el valor del fetiche en ciertas culturas de África, el antropólogo David Graeber recordaba que «el poder adscrito a tales objetos [es] bastante similar a la clase de poder soberano imaginado por [Thomas] Hobbes: no sólo eran representaciones físicas de los acuerdos [sociales], sino que también podían hacerlos cumplir porque eran, en esencia, formas de violencia cristalizada.» (1)

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